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mado en el extranjero. En esta prestigiosa institución
tuvo
la fortuna de tomar clases con personajes como
Linus Pauling y George Wells Beadle Premios Nobel de
Química y Medicina en 1954 y 1958, respectivamente.
Es famoso por sus investigaciones sobre el hule.
Barbarín estableció el primer paso en la ruta metabólica
de los isoprenoides en un material vegetal, demostrando
mediante el uso del recién descubierto isótopo radiactivo
14C, que el pirofosfato de isopentilo es un precursor del
hule1. Por primera vez, introduce y publica la técnica de
cultivo de tejidos para la biosíntesis de hule por lo que
es considerado pionero es ese campo. En 1957 fue parte
de los 14 amigos bioquímicos que fundaron la Sociedad
Mexicana de Bioquímica, participó en la creación
del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACyT). Escogió la heveína para ser la primera
proteína caracterizada estructuralmente mediante rayos X
en México, específicamente, el Instituto de Química.
Su trayectoria académica en la UNAM ha sido notable,
impartiendo clases en la Facultad de Ciencias durante
53 años ininterrumpidamente formando alrededor de
5000 estudiantes, muchos de ellos destacados científicos
como: José Sarukhán, Guillermo Soberón, Antonio Peña,
Marietta Tuena, Victoria Chagoya, Armando Gómez-
Puyou, y Enrique Piña, por mencionar a algunos.
En 1954 se incorporó al Instituto de Química por invitación
del Dr. Alberto Sandoval, recibiendo durante los primeros
meses su sueldo con el donativo de la Fundación
Rockefeller y durante 62 años ha sido miembro destacado
de este Instituto. Aquí, fundó el laboratorio de Bioquímica,
lo que lo convirtió en el pionero de la investigación en
Bioquímica Vegetal en México.
De entre las historias que nos ha contado Barbarín, cuatro
de ellas han sido las más impresionantes: cuando tenia 11
años, el chofer del tren en el que regresaba de la escuela,
uno de sus amigos y él, tuvieron que bajar del tren para
esconderse de un contingente cristero que se dirigía a la
Sierra de Guanajuato, menudo susto que se llevó, nos
comentó, ya que los cristeros lo que menos querían era
dialogar. A los 16 años fue víctima de una peritonitis y
tuvo que ser operado, sin embargo, la herida estuvo
abierta durante 6 meses. La Segunda Guerra Mundial fue
otro de estos acontecimientos del que fue testigo mientras
realizaba su Doctorado en Estados Unidos y finalmente,
y seguramente no menos difícil de sobre llevar, fue la
transición a la época de las computadoras. Barbarín fue el
primero en tener una computadora personal en el Instituto
de Química.
Conoció a Robert Millikan (premio Nobel de Física en
1923), con quien platicó una tarde mientras iba camino a su
laboratorio en Caltech y supo de su nombre, nacionalidad
y línea de investigación. Sabemos de su travesura
cuando, mientras realizaban la extracción de diosgenina
del Barbasco en un embudo de separación, este explotó y
fue a dar al abrigo del Dr. Rosenkranz. A escondidas tomaron
el abrigo, lo sumergieron en acetona y de ahí recuperaron la
sustancia. No puede olvidar la expresión del Dr. Rosenkranz
cuando, de salida del laboratorio, se coloca el abrigo y ya no
le quedaba. Simplemente lo dobló y partió sin decir nada.
Además de sus travesuras, Barbarín nos ha contado de sus
dotes de Don Juan como cuando María Félix visitó el Instituto
de Química y quedó maravillada con el aparato Warburg con
el que trabajaba y que aún podemos ver en su cubículo. No
olvida lo guapa que era y siempre recalca que fue con él con
quien se quedó más tiempo conversando durante su visita.
Su nombre es bastante curioso, tanto, que él mismo investigó
de la existencia de un compuesto químico aislado de una
planta, cuyo nombre IUPAC no mencionaré aquí, llamado
barbarín, que posee actividad inhibitoria de la tirosinasa y que
participa en el oscurecimiento de frutos y tejidos.
Sus experiencias nos han llenado de asombro y carisma y por
ello es considerado una persona valiosa, que nos ha llenado
de experiencia.
Dr. Barbarín, muchas gracias por compartirnos su sabiduría
ya centenaria, sus experiencias, su alegría y el lunch que
trae de su casa. Hoy, todos los aquí presentes estamos para
decirle y mostrarle cuanto lo respetamos y lo admiramos, por
el Investigador que es, pero sobre todo, por el ser humano
que es. Muchas gracias y muy Feliz Cumpleaños.
1. Barbarín Arreguín Lozano en
Forjadores de la Ciencia UNAM
.
Coordinación de la Investigación Científica, UNAM, México, 2003
p. 340-364.
2. Arreguín Lozano, Barbarín.
Mis Memorias. Desde mi Infancia
.
México, 2008.
Dr. James Boner su asesor de Tesis.
1...,29,30,31,32,33,34,35,36,37,38 40,41,42,43,44,45,46,47
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